URGE QUE ÉL REINE

Saludo a todos los que visiten este blog que quiere ser un medio de comunicación entre nosotros y sobre todo con Cristo, el amigo que nunca falla. Aquí encontrarás información y ayuda para vivir tu compromiso misionero, hacerte más amigo de Cristo y hacerle más amigos a Cristo.

PENSAMIENTOS


CON DIOS EN BICICLETA. 
La vida es como andar en bicicleta, … te caes, solo si dejas de pedalear.
Al principio veía a Dios como el que me observaba,
como un juez que llevaba cuenta de lo que hacía mal,
como para ver si merecía el cielo o el infierno cuando muriera.

Era como un presidente, reconocía su foto cuando la veía,  
pero realmente a Él no lo conocía.
Pero luego reconocí a mi Amoroso Padre;
parecía como si la vida  fuera un viaje en bicicleta,
pero era una bici de dos plazas, y noté que Dios viajaba atrás y me ayudaba a pedalear.

No sé cuando sucedió, no me di cuenta cuando fue,
que Él sugirió que cambiáramos lugares,
lo que sí se es que mi vida no ha sido la misma desde entonces.

Mi vida con Dios es muy emocionante.
Cuando yo tenía el control, yo sabía a dónde iba.
Era un tanto aburrido, pero predecible.
Era la distancia más corta entre dos puntos.

Pero cuando Él tomó el liderazgo, Él conocía otros caminos,
Caminos diferentes, hermosos, por las montañas,
a través de lugares con paisajes, velocidades increíbles.
 Lo único que podía hacer era sostenerme; aunque pareciera una locura,
Él sólo me decía: "¡Pedalea!".

Me preocupaba y ansiosamente le preguntaba, "¿A dónde me llevas?".
Él sólo sonreía y no me contestaba, así que comencé a confiar en Él.
 Me olvidé de mi aburrida vida y comencé una aventura.

Y cuando yo decía: "estoy asustado",
 Él se inclinaba un poco para atrás y tocaba mi mano.
Él me llevó a conocer gente con dones, dones de santidad y aceptación, de gozo.

Ellos me dieron esos dones para llevarlos en mi viaje; nuestro  viaje, de Dios y mío.
Y allá íbamos otra vez.
Él me dijo: "Comparte estos dones, dalos a  la gente, son sobrepeso, mucho peso extra".
Y así lo hice... a la gente que  conocimos,
encontré que en el dar yo recibía y mi carga era ligera.

Él sabía como doblar para dar vueltas cerradas, brincar para  librar
obstáculos llenos de piedras, inclusive volar para evitar horribles caminos.
Y ahora estoy aprendiendo a callar y pedalear por los más extraños  lugares.
Estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en mi  cara y
sobre todo de la increíble y deliciosa compañía de mi Dios.

Y cuando estoy seguro que ya no puedo más, Él sólo sonríe y me  dice:
"¡Pedalea!


Autor: No conocido.